El oso panda procede de china. El ser humano ha
destruido gran parte de su hábitat, por lo que hace años que está muy protegido en ese país, donde se le cuida con mimo en cerca de setenta reservas
creadas para su conservación.
A este entrañable animal lo descubre el
misionero, sacerdote y naturalista, Jean Pierre Armand David, en el año 1869. Este
religioso, que nació en el País Vasco francés, fue destinado a China y su
pasión por la naturaleza le llevó a descubrir multitud de plantas y animales
desconocidos hasta ese momento.
El pelaje del oso panda es blanco, con zonas
negras en las extremidades, hombros, orejas y alrededor de los ojos. Su
esperanza de vida es de veinte años en
estado salvaje y de treinta años en cautividad. Son solitarios y sólo se juntan
en las épocas de apareamiento.
Los machos pueden llegar a pesar 150 kg y las
hembras están alrededor de los 130 kg. Se alimentan de bambú, aunque también
pueden comer hierba, insectos, aves y pequeños roedores. Trepan a los árboles
con facilidad y son extraordinarios nadadores. Tienen el sentido del olfato muy
desarrollado.
La reproducción del oso panda
El periodo de gestación de la hembra de oso
panda es de cinco meses y las crías, una o dos, nacen ciegas y son totalmente
vulnerables, pesando alrededor de 200 gr. La hembra da a la luz a partir de los
cuatro años y aproximadamente cada tres años. Para resguardar a sus pequeños
busca una cueva o un hueco en el tronco de un árbol, y se quedará allí durante
un mes protegiendo a sus crías, que permanecerán con ella hasta que vuelva a
quedar embarazada.
El oso panda en peligro
La expansión continua y acelerada que vive
China, ha provocado que gran parte del hábitat del oso panda haya sido ocupado
por la industria maderera y la agricultura. En algunas provincias se redujo en
un 50% el hábitat de este animal, en tan solo quince años. En libertad tan solo
quedan alrededor de mil quinientos ejemplares. Actualmente está muy protegido y
el gobierno cuida férreamente su hábitat
La caza furtiva también ha puesto en peligro su
supervivencia. El castigo por abatir a uno de estos animales puede ir desde
veinte años de cárcel hasta la muerte.
Este tipo de políticas está dando unos frutos extraordinarios
y recientemente el oso panda ha dejado de estar en peligro de extinción en la lista
de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), para
pasar a la denominación de “vulnerable”.
Beatriz Moragues - Derechos Reservados
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