La muerte de una mascota

Hace tres días que Kira volvió a casa, a esa casa del otro lado, a esa casa del cielo (dicen algunos). En todo caso, a algún lugar distinto del que estamos el resto de los mortales.

Casi ocho años maravillosos compartidos y muchos recuerdos, es lo que me queda. Todos la vamos a echar mucho de menos, los humanos, sus compañeros Blas y Dana, y todos los felinos. Era una perra de cuarenta kilos, y todo lo que tenía de grande lo tenía de buena. Cuando a los dos meses la llevé al veterinario para vacunarla ya me lo dijo: “esta perra va a ser muy buena”. Y así ha sido, buena como el pan y también inteligente.

Kira

Hace casi un mes le diagnosticaron diabetes, una diabetes que al tener ya un problema de hipotiroidismo, estaba siendo muy complicada de controlar. Una operación urgente e inesperada ha terminado de cerrar el círculo y de llevársela a ese otro lado, mientras aquí nos quedamos echándola de menos.

Ignoro si los animales tienen un destino como las personas, aunque yo creo que sí, un destino ligado a los humanos, que algunas veces es su suerte y otras su perdición.

Kira se ha llevado su alegría y su bondad hacia otro lugar, donde seguro disfrutará y estará bien. También se ha llevado un trocito de mi corazón, dejando un enorme vacío, pero también la certeza de que ha sido feliz y la esperanza de que esto sea solo un “hasta luego”. Gracias por cada minuto compartido.

Y este escrito tenía que haber terminado aquí, pero por esas malas bromas que tiene la vida, ayer llevé al veterinario a Dana por algo que parecía una gastritis, pensaba yo, y le detectaron un tumor en el hígado. Un tumor que tiene mal pronóstico, dado el tamaño y que Dana tiene casi doce años. Por lo que seguramente dentro de poco se reunirá con Kira, y probablemente ella salga a recibirla contenta. Son las cosas que tiene esta vida.

Dana

Solo 3 días han estado separadas. Hoy 22 de abril de 2012, Dana se ha reunido con Kira. Volveremos a vernos, pero todavía no.

 Beatriz Moragues - Derechos Reservados